sábado, 14 de abril de 2012

Ciudada primavera
Como bosques quebrajeados por el filo invernal, suspiros del viento con el aliento de un templo natural. El templado clima primaveral, naciendo de su seno frío nival. Mis ojos como ventanas cerradas, añoran el paisaje. El tacto receptor, sensible y desnudo; un desamparo arremete la primavera; nostalgia de aromas perdidos. Escabullidos en el tiempo y la destrucción, como si huracanes hubiesen arrasado, construcciones arquitectónicas creadas al aire; primavera del cemento, sin colores, graffitis como única atracción. En mi intrínseco ojo, ventana de vidrio blindado, extrañando la primavera del bosque; se rompe el hervor de la frustración ,embestida con melancolía. Se quiebran los vidrios, nace un rojo Río , su caudal detenido, bajo mi pupila. La sangre burbujea , mar rojo, lagrimea sangre por la mejilla, añoro la primavera del bosque. Encorvándose la espalda, oprimidos pulmones , poco espacio, tiempo y lugar. Atmósfera urbana, pequeña para sobrevivientes. Estación de octubre en la metrópolis, como pinturas mal hechas con desgano y opacos colores. Un óbito pulgar sostiene la superficie y el cielo cuelga en un garrote medieval. El silencio es profundo y apuñalador. Primavera urbana, las mujeres arden, quema el asfalto como brasas de hoguera. Miradas, seducción, hervor, ebullición de los óvulos sanguíneos, bufones de la libido expectante. Solo puedes darme eso, efímeros fuegos , escuetas sonrisas, canciones viejas, vanas experiencias. Aprender viviendo en la urbe para escapar tan pronto como se pueda hacia el bosque en las montañas, hacia los Ríos, lagos y arroyos cristalizados por los templados brazos del sol. Sus colores parecen pintados con sus delicados rayos, perfectos y elocuentes. Inspirados por una energía única y desplegadora colosal. Vertientes como manos abiertas con recepción absoluta, brindando propuestas de creación. Eliminando homogeneidad, jugando con similitudes, repartiendo diversos encantos, idóneos en cada objeto. Aquella pintura primaveral del bosque lejano, quedan pocos; inminente destrucción, palabrerío ecologista, falacias y perdida de tiempo. Espejismo, vidrios en mis ojos, la burbuja blindada ahora se polariza, no quieren dejarme ver, jaulas de hielo, potentes anestesias en los sentidos. Primavera urbana no me dejas sentir la estación, mendaces destellos de belleza reluciente me regalas por desdeñoso consuelo y compasión. Pequeños paisajes guardados como reliquia de algo que ya no hay. Museos en las calles , plazas en museos. Bosques en maquetas, arboles de plástico. El niño del 2068 soñó con un bosque, el era un monito y jugaba en la copa del árbol mas bondadoso y acogedor. Pero estaba solo, sin nadie a su alrededor. Yo lo espiaba , él no sabía que lo miraba, pero percibía mi presencia por alguna razón. Yo era su sueño y el mi visión.

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