jueves, 7 de septiembre de 2017

Tango

Detrás de su fuelle abierto Fressedo fuma en un rincón mientras Troilo parece inclinarse con su pera hacia su dócil bandoneón. Gardel desde las lejanías hace ecos con su voz infinita atravesando las luces de Buenos Aires, que tendida sobre la tierra, emana de sus venas sangres de río y vientos del plata. D’arienzo, apoya sus brazos sobre el escritorio, y se queda dormido por siempre, buscando una alteración más al ritmo. Mientras Piazzola multiplica el ritmo del maestro, Pugliese detrás de un cortinado observa con ceguera el quincho de Mariano Mores mientras toca el piano, y Alberto Castillo entona como si se inflara su garganta y lanza un grave motivado por un tenue agudo para entonar que así se baila el tango. Y Alberto Podestá con voz angelical y cejas de diablo, sentado en un sillón bebe whiskey y mira a las parejitas danzar. Edmundo Rivero con su bigote ralo, bebe un tinto sin mancharlo, y agarra la guitarra para entonar una milonga con voz varonil, y por ahí en el costado en la ventana, vez pasar al 219, con Goyeneche cantando y relatando tangos a los pasajeros. En la cama duerme Magaldi con su voz que emana pañuelos; y en un rincón de una mesa come un asadito el maestro Di Sarli, tras de sus lentes oscuros y su amistad universal. Todos personajes de allá del pasado en blanco y negro son esas las huellas de esta ciudad que poco a poco más los va enterrando y polvoreando, sin dejar flores, sólo bolsas de plástico. Todos personajes, tantos, allá olvidados, no en vitrinas ni museos, guardados en cajones de cartón, discos de pasta acumulados como chatarra vieja añeja desfigurada insípida innecesaria e improductiva, y la viva esencia de los fantasmas hace eco en las madrugadas en cada ventana de pieza, quieren entrar y seguir jugando a las veladas porteñas. Y una voz porteña desde el pasillo se escucha, Ángel Vargas a paso parejo va llegando al salón, donde lo espera su tocayo y compañero Ángel D’Agostino, y en su sacro ritmo despiertan de la siesta a la ciudad con la luna rodando en el gran estadio Porteño, vuelve la algarabía de tiempos dormidos, Se reabre el Luna Park.

Dragón citadino

Salsa de coco con kebak, carros con viejitas sin dientes cocineras calor de asfalto y hedor de basura por cada rincón de Ho Chi Minh, flacos son los vietnamitas y sus miradas están desnutridas también, por aquí ha pasado ya la debacle y renaciendo la ciudad está en cada punto de esquina para doblar en los pasillos del misterio social. Abundancia de mujeres de ojos sensuales y rostros aplastados (como si un shankee o un francés las hubiera pisoteado) son masajistas que ennoblecen mis pies cansados y acarician mis piernas calientes, endurecidas por el ardor tropical de Príapo. Esa lengua no comprendo, y es tan aguda como la propia timidez. Aunque imagino como se podría deslizarse sobre mi cuerpo humectante lengua dragón de fuego por mi cuerpo transpirado en un cuarto pequeño con olor denso de cerveza Saigon y humo de cigarro industrial y barato. Motolocos por todos lados usan barbijos, más que los caminantes en esta ciudad enferma de vicio plagas comunales de contaminación, tráfico inmensurable de motos y cascos, respiran el smog aún y la basura en les esquinas cómplices del Mekong que resiste escupiendo sus algas y durmiendo en las profundidades de los siglos. Las manos lánguidas se extienden para pedir una moneda a cambio de algo y las miradas se clavan reclamando una deuda al turista que pasa quien se hace cargo de la historia bélica que ha devastado toda esta ciudad. Vietnam arrodillada se levanta y prende vuelo su dragón para escupir el fuego como un vomito sobre la populación consumista que todo lo compra sacando fotos y comiéndose los dólares en cada esquina de la infernal ciudad.

Cuneiforme Saigon

Habitada ciudad pequeña como letras las personas están pegadas, y separadas por palabras en espacios huecos para caminar en frases. Es un infierno de motos y el calor absorbe el oxígeno. Un hombre lleva un niño con cabeza gigante en sus brazos un invalido se arrastra sin piernas, y una viejita sin dientes mastica un calamar disecado. Geishas en salones de belleza sobre la calle, prostitutas en los bares esperando ancianos, masajistas y cocineras, muchas mujeres aquí en estos pasillos angostos como en un gran conventillo. Los edificios y los cables ocupan mucho espacio y el ruido que es bullicio está repleto de secretos. El turismo está por doquier con colmillos afilados en colores verdes de papel en los bolsillos. Aquí todo es barato menos la pobreza. Aquí todo es vicio menos la riqueza. Jóvenes cantan con micrófonos en las calles canciones pop en inglés. Aquí todo es permeable y pegajosamente húmedo, hay una densidad en el aire hecha por la historia. Hay mucho arte en las calles, una bohemia que resiste y se hace moderna, un colorido inexplicable en las calles centrales que de golpe se apaga en la madrugada. Y cuando el silencio nocturno alcanza su plenitud comienzan las fiestas privadas, de viejos turistas con pendejas que en sueños tienen su harén. Otras fiestas de drogas duras y brebajes fuertes con música taladrando las orejas, de luces y más luces acribillando los ojos de superficie oscura en los grandes edificios, en las más altas torres fosforescentes. Me duermo y me despierto es que hay tanta vida afuera y tanta muerte adentro. Como si algo me llamara salgo a la terraza a fumar otro cigarro y encontrar algo, pero solo encuentro el silencio vacío y una silueta colgada de la chiva de Ho Chi Minh.

Estadía fugaz

I He sentido ayer y hoy la misma sensación Querer salirme del cuerpo en este tiempo infinito Me fui de mi cuerpo sin esperar que nadie me lamente, Ni yo mismo, ¿Quién no ha vivido así? Haciendo el amor todo el día Y si no hay compañía, masturbarse hasta desnutrirse el alma Querer hundirse en un vacío inexplicable Salir de aquí, vivir una experiencia que nos saque del tedio. II Las radios difunden los atentados El amaq se los adjudica impunemente Como una lucha perversa por saber quién es más fanático Jóvenes de todas partes se unen al Isis, Baba Vanga, reza por nosotros, Salva nuestras almas Baba Vanga Baba Vanga Sálvanos. La miseria y la decapitación caminan de la mano El bombardeo y el suicidio sonríen con socarronería Los pobres y los ricos, todos tienen miedo Otros despejan su cabeza en La Seine, Las cuerdas de un vocablo inexplicable resuenan en las podridas catedrales Y las mezquitas en los sótanos aumentan Han decapitado a un sacerdote cristiano Y el Isis lo filma con efectos de Holywood. Las torres de Damasco observan la ruina, Baba Vanga Baba Vanga Despeja tus visiones Salva nuestra sed Tengo hambre también La ceguera de mis ojos superficiales me lastiman Oh profeta búlgara Ven a ayudarme, Cauteriza mi dolor, Sufro de paranoia realista. III Saladin vestido en mallas de metal, Soliman vestido en túnicas del mundo únicas El imperio industria de mil y una Noches, Saladin, Soliman, Los aviones y el sueño imperial; Las mujeres destapadas con turbantes Saladin, Soliman, Sus esclavas me sonríen cuando les hablo inglés. Tu imperio y la cadena hotelera, El premio de la desgracia para los pobres. Saladin, Soliman, ¿hasta dónde han llegado? Sus ojos rojos miran el 2001, Profecía imperial estampada en los muros de Estambul, Escucho las máquinas trabajar, Algunas ventanas no duermen, Estambul, tus arterias transitadas Son una excitación. Saladin, Soliman, Su empresa de aviones me trajo a este hotel. Saladin, Soliman, El fuego arde en las piedras, Hay alarmas, luces rojas y mezquitas Y el hotel de enfrente cambia su color, Escucho las bocinas Parecen perros que ladran. Y ellas, las danaides me mira Con el poder de Sion. Un bigote turco y comunidades De musulmanes pasan al lado De un anciano judío, Hay deportistas Y prostitutas, en tu Imperio de los mares. Saladin, Soliman, Este cielo púrpura Con una sola estrella Que es tu cabeza otomana Soliman Este cielo púrpura Con una sola estrella Que es tu cabeza Siria, Saladin. De pie, el sultán encapuchado me observa De pie y enfrente de tus paladines Ancestrales. Los sables relumbrantes Con la sangre de Turquía, Un canto turco en la calle Invoca a los antiguos guerreros. Saladin, Soliman, Tengo miedo aquí, No tiren bombas, déjenme vivir. Saladin, Soliman, Dios de las invasiones Este romano solitario, hoy Descansa en tus cobijas. Oh venas de Alá De este dios peligroso Se eriza mi piel en cada rato, Las mezquitas te alaban, Mientras montas los cielos Tomado de los cuernos De Aldebarán. Veo trapos gigantes colgando De los puentes y edificios, Banderas del Besikas que dicen 1903. Misterioso mundo aquí, Símil al sur, de donde vengo, Pero huelo sangre más espesa. Besikas campeón, Flamea su bandera Y escucho el martillo Que brinda la justicia De estos cielos del Sabbat en oprobio. Oh Jesús, si por aquí has pasado, Estuviste con una prostituta En esta misma habitación. Saladin y Soliman Vienen con el aroma Del mercado De Bagdad. En Avignon Suplican los cristianos, Se ha desatado una guerra de espíritu comercial Y las monedas decoran la corona. Oh príncipe de las tinieblas Entre Guillermo y Saladin Hay un fuego eterno y un ave surreal. Entre Carlos V y Soliman Hay una guerra por dominar Los abismos universales del ser. Nos causa estragos el vino papal Su palacio de lujo Alimentado por el diezmo De los pobres gusanos Que habitan el subsuelo infernal. IV Que el cielo relumbre su esplendor y las enfermedades desaparezcan Por la lava de los volcanes en erupción que los enfermos cautericen su dolor, Que los ojos bienaventurados entristezcan en el abandono para hacer la fuerza Por las marchas de caravanas en siglos que suplican el perdón de los dioses. Que todas las enfermedades del mundo desaparezcan Por las estrellas que titilan su fulgor, que la malaria sea consumida por un agujero negro Que no existan curas ni remedios y haya alimento para quien sea. Que aprendamos a cazar en el hambre y soñar en el sueño para sentirnos mejor. Por las lágrimas de mi abuela y sus secretos de medianoche, Yo he escuchado su dial mientras me hablaba del abuelo, Que el rencor se vuelva amor Y las calles vacías se empapen de lluvia otoñal para pasearlas con la nostalgia de un héroe. Que no exista la inmortalidad ni la gente muera en un hospital Porque el mundo es tan vasto y natural que a cada uno un árbol nos espera Por las chozas bien hechas que resisten cualquier vendaval. Que los corazones no se depriman sin abastecer al alma que los alimenta Y que los proyectos no sean especulaciones compradas por la avara razón Porque el deseo siempre vendrá de los sentimientos y del sentir el razonamiento. Que los impulsos malignos se desintegren con una sonrisa, una mirada o una caricia de tu amada. Que las enfermedades del mundo desaparezcan Y al tirano que las manda, lo cuelguen de una estela inabarcable para que nunca más vuelva. Breve el espacio entre los seres, rezo porque el tiempo no nos gobierne. Que las enfermedades del mundo desaparezcan y los románticos ideales se consuman En el mismo fuego, con el dinero y la megalomanía. Que los mitómanos o los que quieran ser celebres desaparezcan también Con las culpas que nos han vendido en una vidriera. Que vivan las personas de sano juicio y valor verdadero Con sus frutos alimentaré a mis hijos para enseñarles de la misma madurez. Que las enfermedades todas ya no existan ni en el universo ni en la tierra, Por los cuatro puntos cardinales mi corazón aclama en el cuadrúpedo viento Que la tecnología no nos separe, ni hoy ni mañana Para que nuestras almas renazcan sanas y salvas. Que las enfermedades desaparezcan, ellas y sus vicios Para que los corruptos ya no beban de nuestra sangre Espero que existan sólo las mentiras creadoras de una realidad Que las demás sean develadas, que resistan aquellas que hacen culto al misterio Porque la poesía es la ingeniera que construirá los cimientos de algo nuevo Que nunca podrá explicarse. Porque las verdaderas mentiras serán la única verdad de todos los cielos Y el sol de ellas construirá un altar de fuego Para que en las aguas se refleje el impacto mortal. Que no sea todo tan serio y que exista la frivolidad Para quienes tienen miedo, pero que desaparezca la distracción asesina Que la gente pueda reír sin tener que llamar la atención Que tu sonrisa sea más sincera que la imaginación de un niño. Y que los temores del mundo por fin se desintegren en el flamear de tus alas Para que la brisa traiga nuevas del otro lado donde nos esperan nuestros antepasados. Que se curen los enfermos Que las enfermedades del mundo desaparezcan Hoy y mañana, Que nos salvemos de la codicia ajena y de la vergüenza Para que caminemos unidos todos los senderos Y así la oscuridad de la noche por fin será aceptada. Suplico porque todos los prejuicios se vuelvan a su enigma y despierte curiosidad por conocer a cualquiera, Porque las personas vuelvan a confiarse en la intimidad Porque se corten las venas públicas de los conciertos intransigentes Y cada uno pueda expresar sin malestar sus gustos. Que la política desaparezca y seamos más humanos y no tan extraterrestres racionalizados. Que sepamos mirar bien fijo los ojos del animal interno Para que el tigre vuelva a su lugar de origen y el mono deje de gobernar Que ya no existan los podios de la competencia Y que la envidia quede estrangulada en un altar para recordarla como una epidemia. Que la historia de los hombres ya no sea cronológica ni causalista Para que los pobres puedan ser protagonistas. Que las enfermedades de todo el mundo desaparezcan Y la riqueza ya no sea de la moneda, sino, del espíritu. Que todas las modas relucientes se opaquen y los rayos las partan al medio Para que cada cual camine a su placer por las calles sin comercio Y que nadie quiera venderme talismanes para que yo solo los encuentre en el desierto. Que el pavimento quede gastado por los zapatos de los caminantes Y los celulares y las ruedas se desvanezcan en un bostezo absorbente de una tormenta. Que venga de una vez el huracán universal y se lleve toda esta mierda, Que las enfermedades del mundo desaparezcan y se lleven consigo todas sus moscas. Al fin los criterios de evaluación y las categorías no existirán Así podremos mirarnos con la dulzura que nos ha arrebatado un ladrón Que en un rincón se arrepiente Porque Judas ha salvado a Cristo y ya nadie lo juzgará. Que algún día vivamos para ver esta fiesta El nacimiento de la ruptura de las dualidades La unión universal de la vida y la muerte La naturaleza desplomada por el aire abriendo sus brazos Cuando nos entreguemos al destino del Río que corre en nuestras venas Vibrará por siempre el cuerpo, Cuando las sectas y las religiones ya no gobiernen ni laven cabezas Cuando los movimientos políticos ya no engañen con propaganda Cuando nadie quiera ser ni Hitler ni Che Guevara Cuando el mal y el bien ya no existan Cuando aprendamos a leer a Nietzsche Las enfermedades del mundo desaparecerán Y por una ranura las veremos irse ahuyentadas por el soplo divino Porque las puertas se abrirán al fin y podremos seguir un salubre camino. V Vertebra espacial, intergaláctico espécimen de pleno esplendor Bucólico pantano de inmundicias pasajeras, realezas pobladas, Previo remojo equidistante de las velas desmanteladas por la cera Del paño verde que se plasma sobre la lengua mortal, mojada en tinta Que lame una y otra vez para curarse las heridas de viajante escritor, Por las ranuras de los templos en ruinas que han quedado, se espía El laberinto que continúa su bifurcación hasta el infinito, y en las columnas Se ponen erectos los monumentos ponderosos de poder mocoso, Y así por las calles de viejos héroes que nunca conquistaron nada, Sino, más que dinero, o lameduras de orto profundamente alcahuetes. Entonces, por fin, el vitro de los remedios se astilla para curar a nadie, Solo hiere con el filo de la ruptura y división que se esparce como veneno Por las tripas de los consumidores y el vulgar desperdicio de la ostentación. Así que todavía no entramos en las calles del espacio sin antes soñar algo Que discurra con la razón, o mejor dicho ponga en discusión, con motivos para explicarse. Se barren las inmundicias en las oníricas visiones, pero hay gente pidiendo moneda En vez de comida. Y la comida sobra y los mercados pulposos venden descontroladamente Las viejas de sombrero pasean comprando los alimentos más exquisitos, Otros una lata fresca de cerveza para llevársela a una plaza, algunos prefieren Sentarse en la mesa de vidriera cretona que mira la gente pasar por los recónditos volúmenes gallegos. Me duelen las piedras de tanto caminar porque entre los dientes mastico un aire salino de río que no va al mar sin antes venir al alma de mis ojos sedientos de visión. Dejaremos entonces cada plaza sin monumentos que se antepongan ante el nombre de cada uno hasta que las eminencias no sean pobres sentados sobre ellos. Hay algunos espías tras las columnas de las ruinas que se mantienen vivas, O en iglesias abandonadas y cerradas donde descansas viejas almas bestias, Con relojes quietos y muertos por gastarse en el umbral del tiempo esperando Que vengan e invadan nuevamente los fantasmas del pasado. La sepultura de las calles está sin visitas, las luces y el neón agitados Titilando en su eterna lucha contra las estrellas que descansan en su altar. Hoy descansaremos nosotros hermano, de lo voracidad de allá afuera que anda bostezando, y nos muestra sus muelas completas de caries Por masticarnos una y otra vez como néctar de caramelo. Bardoux, Côte de Provence dans la gorge du Paris. VI El niño vagabundo se sienta en su trono, Frente a los cafetines de Rue Montorgueil El observado se vuelve observador de la moda. Sin anteojos mira a todos los que usan de sol, y de piernas se cruzan, A veces de brazos, ante la mirada antena del pequeño árabe. Su madre de turbante está sentada sobre el suelo con un arrugado Vaso de Starbak, está triste por ver tanta riqueza en los cafés de Montorgueil. Pronto llega el papá con una gran pizza envuelta en un cartón, el niño sigue en su trono, y ahora come como un señor. Él ve un espejo en el reflejo de los entes sedientos de copetín fresco, Tras los plastificados vidrios negros hay un inmenso agujero negro, No puede atravesarlos con la mirada, pero a mí, que no uso anteojos, Me alcanza con sus ojos de fuego y quedo desnudo de vergüenza por estar detrás de la vidriera, me voy quemando, de a poco, mientras Llega a mis recuerdos el poema de Baudelaire Les yeux des pauvres con la brisa del ardiente été. Pero aquí estoy solo, ni en compañía de uno bellos verdes ojos, Aquí estoy en el infierno, realmente solo, mientras el niño me mira Recostado sobre su colchón esponja, se sostiene con su mano y me observa Como el león que lo hacía en el Parc de la Tête d'Or. Pareciera aquí, todos quieren evitar la mirada de quien sea, del niño o del perro, Del borracho que pasa y pide monedas, o del adicto, a los viciosos sentados Cruzados de pierna como nosotros que estamos de este lado, de la vidriera De la Montorgueil. Dos cuestiones: ¿Cómo crecerá el niño mirando así de frente a la impunidad? Pero peor, ¿cómo uno continúa siendo parte de tanta impunidad? VII El laberinto parisino se entreabría en las palmas dolidas de los pies De un joven muchacho que paseaba en la noche sobre la Rue Casanova, allí imaginó la muerte que le venía con un cuchillo O el ataque de alguien en esas calles desiertas, Entonces murió. Y dando vueltas en la misma ruta, sigue cada una de las trampas del laberinto, Entra así, a ser digerido por el minotauro nocturno que comienza a tener hambre. VIII Inexplicables cosas vienen a la mente sobrepuesta por el impacto Más que memorias envueltas en dromedarios laberintos de piedra, Con barbijos tirados en las zanjas del espacio de este aire de polución. Allanados, las brigadas de policía que dan vueltas en busca de terroristas, O ladrones de almohada para quemarlos en las madrugadas, Pero esta luna intensa sobre la rivera, no puede traer más color verde De estas aguas de la Siene que se olean y se contonean como una gran serpiente De este río y ese puente con los monumentales edificios, museos y catedrales relucientes de gris. VIII Pomposo deslumbrar de billuteria para la próxima estación Que palpita su metro velozmente fácil para el pasajero sin billete, Marisma de la soltura moliente de las entrañas de Moliére. Yoconda espera con su mueca maligna en los infiernos dantescos, Se hace un seelfing en los rincones de su casa completa de telas, De todo tipo, si las hay, de araña y de seda para quien las quiera; Chanchos comiendo con cubiertos en las mesas orquestales de los tenedores Que luchan en la batalla de Toulon con patatas y cebolla como lo quiere el general, Suenan los cañones con los autos bala que pasan sin frenar Las alcantarillas se abren para escupir el veneno sobre el asfalto, Cada vez más facilista cualquier aventura para los ojos de la multitud Guiada por el consumista reflejo en los ojos de la pobreza, Allí descansa la riqueza atada de pies y manos envuelta en un cristal Que usa un niño invisible de juguete para armar su propia lúdica guerra, Toma el amuleto, lo agita, siente algo en su interior, el chismerío de la urbe Con ventanales artificiales que parecen tener todas las soluciones, se busca todo, Los perdidos viajantes que preguntan por alguna estación, o los lugares más recónditos. A la búsqueda de un encuentro sexual se caminan las calles como si todos recién se levantaran, pero hay otros ritmos más directos con destino certero, De todo, también de los quietos sentados en algún umbral. Sobre las fuentes del palacio de la justicia la gente se lava los pies, También algunos las manos, y un flamenco de fondo viene con la guitarra de un virtuoso. Pero la mirada no puede detenerse en escalar las estructuras con sus siluetas monstruosas de poder. Quien viviera para contarlo, dentro de esas puertas cerradas y esas paredes viejas, Quien mirara detrás de esas ventanas rectangulares y altas con una mirada soberbia, Quien espiara el movimiento de la gente en la plaza, o pasada puntual de los militares, con sus fierros apuntando al suelo o a los genitales de los paseantes, Pero paso al lado de ellos, y veo que uno no apunta al suelo, Parece hacerlo directo a mis huevos, y me corro contra la pared, me escurruco, Para salir de esa puntería fatal de putería. Chicas rubias, coloradas y morochas con vestidos veraniegos y anteojos de muñeca, Despliegan sus sedosas piernas encremadas y acariciadas por un sol generoso Que las alumbra como estrellas terrenales en movimiento danzante Para los ojos de cualquier caminante como yo, que con sed mira todo Y bebo agua de alguna pequeña fuente, después de mirar Notre Dame, Y esperar que una pequeña niña con su hermana terminen de beber y jugar con el agua que espero. Otras andan en bicicletas y sienten el viento amarlas mostrando sus cabellos en pleno flotar, Hay muchas miradas como azulejos que se vuelven agua y adquieren ánima De espíritus de fuego que atraviesan las calles, algunas solas, otras acompañadas. Cruzo por segunda vez un arco francés donde toca el violín una dama, Pero miro al frente y una escultura motriz se desliza como una serpiente Que vibra por su fulgor, y sus pasos de náyade no caminan, nadan por el suelo, Se toma los anteojos enormes marrones y negros, y me mira con un acento asesino que despega voluminosas láminas de azulado y verde como si fuera el mismo espacio tocándome con sus cromosomas de constelación. Pero las damas que me observan parecen ir a contramano, van a donde yo ya me fui, por los senderos del desencuentro Con la música lejana que rebota en las estatuas de la catedral, o quedan en la garganta de las gárgolas que bostezan de tanto estar quietas, Pero vuelvo a las bellas damas que escupe Notre Dame. Un espectáculo como pueden ser pocos, de todos los colores contiene esta ciudad Parece una constelación con el cromático fondo de los dioses que ríen a carcajadas En sus banquetes espaciales. VIX Rostros puros como si la porcelana tuviera piel, suaves muertes vivientes Vestidas de una belleza irreal, prístinos terrenos sin huellas ni caminos Como si fueran desiertos indescifrables, sus rostros tan claros Como el cielo de este día soleado, donde los árboles también las ven pasar, Y hasta ellos transpiran el sudor de la excitación por contemplar tanto fulgor. Logran más aún, en su punto de esplendor ser tan visuales como el prado, Sus rostros tan claros que se salen de la lupa para besar al paseante observador Se escapan del cuadro renacentista unas pálidas caras con sutiles toques de sangre que se desliza por su rostro pintando el rosado más crepuscular Y entregándonos esos puros rostros llenos de maquillaje resaltador. Pero de pronto, aparecen algunas tan naturales que se hacen más reales Más deseables, ¿O alguien ha pensado acaso que nos han enseñado a los hombres a desear muñecas? X Los misteriosos pasos del señor de las palomas, Lo persiguen en el jardin des tuileries, él les tira migas y Como un pastor de ovejas se mueve por la plaza Absorbiendo la observación de la gente que pasa a su lado, Otros se detienen y se sacan fotos con el señor de las palomas, Que camina, pone su mano en el bolsillo y más miga les tira, Luego le pone un poco a la gente en la mano y las palomas se cuelgan como amigas, El señor de las palomas, el guía, se muestra bajo el calor del sol que pega en la plaza. Napoleón desde su balcón, mientras almuerza patatas con cebolla observa al señor de las palomas en el jardin des tulleries. XI Este 15 de Agosto en la iglesia de Notre Dame suena un piano con intensidad El canto de un sacerdote también, la majestuosa construcción está rodeada de policías, y muchos turistas, que hacen prolongadas filas para entrar y contemplar todo; Toda la iglesia está rodeada desde todos los francos, las calles detenidas también, a la gente que pasa se le piden los bolsos, Por el momento a mí no se me pidió nada, sólo llevo un libro en el bolsillo. Me acerco a la iglesia y escucho el espectáculo, la música es tenebrosa Pareciera anunciar el atentado inminente, el piano se hunde más en lo profundo Los turistas sonríen por la delicia del evento, la música en la majestuosa catedral Los estatuas de pie erectas sin que se les mueva un pelo, lo espíritus ancestrales. Entonces los fulminosos dinteles que brillan al sol del mediodía parecen querer fuego, Todos tienen miedo de que suceda, y es el momento para un atentado del Jihadi, Y mientras canta el sacerdote entre los ecos de las columnas, todo explota para la película histórica, todo explota de una manera espectacular, Y la niña pobre que vi en la Rue Montorgueil (que tenía un cartel que decía tener hambre) sentada sobre un pequeño bolso escondía su rostro agachando su cabeza y cubriéndolo con sus manos. Pero las llamas envolvían Notre Dame, Y la niña ya no estaba en la calle, ahora vivía en un campo de tierra fértil. Todas las mañanas tenía huevos que le ponían sus gallinas ponedoras, También tenía buen trigo que trabajaba en los molinos y hacía unos panes mejores que en la boulangerie. Pero yo seguí caminando por las calles y volví a ver Notre Dame, y la gente seguía ahí, contemplando el espectáculo, tampoco habían policías enfierrados o pidiendo los bolsos de las personas que pasaban por allí. Me dediqué a caminar al borde de La Seine y sentir en mi rostro el aire fresco, Estaba un poco cansado de tanto andar bajo el calor, ya me transpiraba un poco la nuca por el reflejo de las llamas de fuego de la explosión irreal de Notre Dame el día de la asunción de la virgen María. XII El rostro pálido de un oriental que toma agua de costado y parece jorobado El andrajoso lleva unas telas colgando y esconde su brazo derecho en unas telas, Con la mano izquierda sostiene la botella que bebe mirando inclinado a los transeúntes, es extraña su posición pero está inclinado pronunciadamente hacía su lado izquierdo, y levanta una de sus cejas para mirar mejor. Tiene resquebrajada el alma el pobre Y en sus espaldas cuelgan monos del consumo que pasan con bolsitas llenas de regalos para festejar una navidad eterna. XIV Con los pies cansados llenos de callos me detengo en Café de Flore Para beber un rosé frais A mi derecha una rubia de vestido blanco y suelto disfruta una ensalada con camarones, Y a mi izquierda hay mesas vacías, pero llega un hombre que se sienta directamente a mi lado, como si estuviera conmigo, y en su mesa, Pide un rosé también, Cuando observo detenidamente veo que es un homosexual tremendo El mozo me habla de Pessoa, de Baudelaire, de Whitman Y la rubia mastica la ensalada, Mientras el pelado homosexual con pantalones de cuero fuma un cigarro tras otro y no bebe un trago de su copa. Entre tres puntos cardinales estoy, y ya no deseo ni a la rubia, me levanto y me voy, no recuerdo de ni Proust ni Wilde. XV La mirada de Satie que pinta Rusiñol Descansa enamorado sobre la bella dama Une Romanza La mirada de Satie junto al fuego en su pequeña habitación, Satie mira como si mirara Montmartre y fuera por los tiempos despejado así, Tras sus anteojos se escapa el empedrado de Pigalle perdiéndose en la dulce melodía, Una fuga de calles sinuosas y construcciones viejas, Un tiempo viejo que nos mira, Paris antigua que no volverá, Satie contempla desde el pasado, junto al fuego, Menos cansado de caminar que el turista que lo está observando. Pero Satie no la mira a ella, está perdido en ella, no la puede captar Está encantado por el placer de sus expresiones, lo sostiene su palma derecha Porque parece estar soñando y se adormece con la dama que toca el piano. Satie se pierde en la melodía de la dulce mujer de sus sueños. Pero Steinlen deja su mente en las gotas de la sangre de le fou assasin, El criminal con su cuchillo asesinó varias personas y está por asesinar a la última, En sus ojos se ve la furia de la noche en las intimidades de las sombras Con una luna en el cielo que no parece serlo, sino, un encandilante farol. Y yo fumaba parisien mirando una película yankee en Argentina mientras se imprimía en Le Parisien el asesinato fatal Le crime de Toppman. Dans un café, Edgar Degas incita mostrar el interior antiguo de Nouvelle athenes, Las miradas perdidas desde el otro lado, y Satie toca el piano al momento presente En que se impone Robert Léfevre dibujando calles de un Montmartre diferente, tan distintamente viejo que parece pasado siempre huyendo del que lo añore Recuerdo de un tiempo lejano que ha florecido en un ambiente y luego cambia Se cae en ruinas o se enriquece, de todas maneras, se desnuda o se viste En pobreza o lujo, aquí se mezcla, de pronto se acarician los muros del pasado Y los fantasmas prisioneros de la sin memoria salen y se muestran como una sorpresa para el caminante, La colina se aplana y vuelve a subir, abre sus dedos como las arterias coronarias Y convulsionan en el arte de vida que ya no existe, se vuelve un museo en ruinas Que expulsa o vomita algunas monedas por paseos turísticos, se acaba toda esa vida que ya no existe, Se convierte en vidriera que no se atreve a disminuir la lógica aplacando algunas puertas, que se cierran una a otra, sin distinguirse de ningún color. Terminará el tiempo para todos los comicios de la república en las viejas paredes meadas, sin capacitar las entradas de los horizontes, Todo se ha vuelto jubilo desterrado por ahuyentes diez mil quinientos caídos Que cantan al son de una comparsa mal entendida en diferentes lenguas creadas, Entre el empedrado ahora no está más Satie, ni en su cuarto, Mails Davis tampoco. XVI En un jardín pequeño y cerrado de un edificio que antes lo usaban los niños para trepar sus árboles, Ahora dos mujeres rubias conversan un idioma como el Ruso, y no comprendo absolutamente nada, Sus niños rubios también juegan bajo las sombras de los árboles, en este caluroso verano ardiente que me hace transpirar la nuca como si me la hubieran escupido, La simetría de las paredes puede ser un poco cerrada y no permiten abrir las cabezas Que salen de los dinteles desesperadas fumando el cuerpo de otro hombre que también sale de su pared, Están todos saliendo para afuera mientras las rubias también se van con su lenguaje calibrado en las vocales de su lengua activa, Que me lame la nuca y me hace transpirar más, Para descender a los ínferos de la tarde y enterrarme en el Métro movedizo Por el subsuelo de los pensamientos dostoievskianos Y entrar en los tubos de metal de una ciudad inmensamente llena de silencio ruidoso. Al instante de acabarse cada trámite las luciérnagas salen a buscar algo intenso. XVII Al sommet visión portando un pequeño candado en ascensor Que monta a la cumbre de la torre moderna de fierros cuidados Y con lenguas diversas va subiendo como hablando de sus años de antigüedad, Pero nadie sabrá que un candado quiere explotar entre la multitud y seguir una ola De miedo y paranoia en el mundo turista de la Tour Eiffel que va hacia la sommet Que se somete a la condenada sensación de perderse todo en ese mismo instante Ante los ojos de las colinas construidas de la ciudad, de cada brazo que se expande Nadie sabe que se sentirá una explosión en la cumbre contemporánea de metal; Una señora pasa a mi lado y le propone a una pareja (que se hace seelfing) si quieren que ella les saque la foto como para una imagen final, Yo me recuesto contra la reja, enjaulado en la punta más alta de la ciudad de cara fundida en las callejuelas finitas, Con el rostro perplejo enterrado en las catacumbas que hay debajo nuestro. La señora ya les sacó la foto, ella recordaba su tiempo de fotógrafa y ya estaba avezada en cómo usar un celular, y les enseñó la pequeña estatua de la libertad, Y les preguntó, la familia era de Brasil, y el hombre le preguntó dónde estaba el Louvre, y la señora no sabía, pero si sabía, algo escondía en su frágil memoria escurridiza. Las piernas me temblaban cuando subía la torre en la intimidad pero al rodearme del tumulto de gente algo se desnaturalizaba, algo fuerte. Penetraban los salvajes monos de la imagen en celular por todas partes y fotos y más fotos insípidas inservibles desgastantes, Uno debe detenerse cada dos segundos para evitar pasar en alguna foto O acaso salir como fondo en una foto de una pareja que hace su seelfing, Entonces me preguntó qué estúpido que soy hoy por haber pagado para esas cosas, Pero cuando miro ese mar de piedras y peces movedizos y máquinas trabajando Entre los árboles acalorados por el inquietante sol de mediodía, Me olvido de todo, incluso del dinero que me queda para comer algo. XVIII Ca va chef? Me preguntó el hombre al verme pasar, Oui, Ca va respondí al pasear, Oui dijo alejándose con melodía en el paso de escape yéndose, Buscaba el métro para irme a refugiar a la caverna de toda esta miseria. En la caverna pienso en Chef, de quoi? Estoy meditando seriamente al respecto: Chef de una liberación interior que se atreva a romper todos los juzgamientos, Chef de una acusación que debe ser redimida por siglos y siglos de desigualdad, Chef du clés, chef du magiciens q’espere la tempete de l’horizon. Chef de los preámbulos que se entreabren entre la conciencia y el universo. Chef solitario que no tiene con quien hablar, se ha abandonado al retiro, nadie lo fue a visitar aún. Chef callado que no tiene con quien hablar, más que consigo mismo, y aunque ya esté cansado de hacerlo, debe seguir como un mandato, esa solitaria equidad de silencio. XIX Desde Denfert Rochereau hasta Charles de Gualle se fue rozando nuestra piel Su lenguaje algo ruso y su cuerpo blanco como una virgen de la Siberia, su brazo Izquierdo se frotaba con mi brazo derecho que sostenía la poesía rítmica de Senghor. Y el movimiento del tren o métro como se lo quiera ver hacía que mi latina piel Y su suave cuero eslavo, con sutil frescura me encienda fuego en llamas por dentro, Y ella también. Desde Denfert Rochereau hasta Charles de Gualle ardían nuestras sienes cien veces montadas sobre La Siene en el interior del métro ligne six Desde Denfert Rochereau hasta Charles de Gualle con un libro de Senghor en mis manos y la piel de una rubia eslava que me envuelve de fruición. Pero yo no sentí nunca que volvía desde Arc de triomphe, al contrario Venía de la rue del perdedor, por las flores negras de Baudelaire cuando nacen. El movimiento del transporte se fue liquidando poco a poco, estación a estación Y la afable piel que rozaba mi erecto sentir se fue yendo, yéndose por los pasillos del tren, Y debí bajar otra vez al subsuelo con mi libro en mano, y yo, ya sin el roce del pétalo de flor que se me cruzó. XX Si salgo una y otra vez la moneda se vuelve más ajustada y ya nada alcanza, se complica la supervivencia fuera de la calle para dormir entre sábanas con aroma a poupée, No puedo seguir saliendo por los bares a beber rosé porque la moneda se me acaba, El billete impreso por el discurrir momentáneo de los placeres nerviosos que no pueden desintegrarse en soltura sexual normal tranquila. Aunque puedo beber con parsimonia no puedo cruzarme de piernas Porque tengo los huevos hinchados. XXI La sombra delinea lo prohibido, lo que no se puede, la caricia de un silencio, el ventanal con su vestido de cortina floreada que hace resurgir todo de nuevo, se desnuda vistiéndose más aún en sombra delineada que florece de silencio, debo contemplar los tiempos del museo, pero en este estado de soledad no se puede, me congelo en La Nymphe ou scorpion con su inocencia provocativamente salvaje con su enojo prohibido por la siluetas que les hizo Lorenzo Bartolini en la Florencia de las flores sangrientas de caminos de espinas mortales. Thetis descansa sobre la superficie de este mar de gente que pasa sacando fotos con su celular, una y otra vez, y uno anda esquivando para no salir en los planos, Pero la vista otra vez se detiene y ahora se contiene en Delacroix para encontrar algo diferente en este mundo inmerso de riqueza insatisfecha de coloso mundo, Un turco fumando con la calma en sus piernas cruzadas y su espada lo mira de costado. Los ojos del turco son negros como un espacio vacío que se abre Y la espesura de ese universo se pierde en el infinito espacio circular que absorbe Agujeros negros como portales hacia otro lado, más allá del tiempo y de la razón, El turco se sostiene por el humo y su pipa, y su cimitarra lo mira de costado. También un jeune tigre que se revuelca con sus garras salvajes sobre la calidez de su madre son momentos de atrape, Pero a mi lado pasan felinas ninfas solitarias como yo, a quienes me gustaría acompañar, pienso que enfermo estoy por pensar en ello, y no poder contemplar el arte, Parezco rezarle a las pinturas y las esculturas de este palacio de Louvre, con sus techos de ángeles y oro pintado, en sus salones majestuosos veo tomando el té a Napoleón pintado por Gros como una obsesión del emperador salvador de la revolución, Entonces Bonaparte visita a los enfermos de malaria en un hospital en la campaña de Egipto, toca a uno como una bendición, Y la explosión de Le champ de la bataille con los soldados congelados en la campaña de Rusia, Y a mi lado pasan eslavas de todo tipo, paseándose acompañadas por títeres que son llevados por la correa de su celular, Y contemplo entonces a Thetis otra vez con su pie, levemente levantado Con una dulzura equilibrada se sostiene esa armonía de la creación, En ese espacio entre la planta de su pie y el suelo hay un mundo donde yo estoy debajo perdido. Mis piernas ya no responden, se arrastran, me voy derritiendo ante los cuadros El lujo me va pesando en las espaldas y montado como un mono me empuja Sigo perdido entre pasillos de lujo por el flujo europea moderno exponiendo riquezas ajenas de viejas civilizaciones que descansan en las vitrinas debajo de los portentosos cuadros, creaciones claras prominentes y tántricas. XXII Solo, más solo que la fortuna en un callejón sin salida Solísimo como un sol apagado, casi solitario solo como un astro agotado, Solo, más solo que la luna y que pájaro de mal agüero entre agujero y augurio Soledad soleada de este verano que arde en las tripas y en los genitales, Solo como un atleta sin competencia, más aislado que un perro de calle encarcelado, Solitario como el íntimo diálogo entre mis zapatos y mis pies, como un relato sin oyentes, Solo, y permanentemente tentado de ya no estarlo cuando pasan miles de flechas luces a mi lado, Solo, solamente suelto como aislado entre miles de islas que no me hablan mirándome sin pestañar, Solo, eternamente solo sin poder usar ningún lenguaje con nadie, sin ser escuchado, Solo como un fantasma que cree estar vivo entre los muertos Solo, pero nunca acabado. XXIII Estoy mareado en la marea de ver a la gente pasar Este barco que tambalea no es una gracia ni perdición Más se entrega al influjo del alcohol que a la caminata del que lo contempla Por las rendijas de las pasadizos que quedan entre las calles Por la roquette me mareo sentado en un bar bebiendo, Pasean la gente como por anonimato en un tiempo inexistente Mucho gentío pasa, mundos giratorios que van en direcciones solitarias. Mientras empapo mis tripas de ardor infernal la gente pasa Algunos mirando el celular como si fuera la calle, atravesados en flechas fugaces Por miradas ligeras, apagadas, constantes, intensas, claras de enigma reluciente. XXIV Con los ojos claros y transparentes como una lágrima Me pregunta que leo en ellos, y yo (que me declaraba vidente) No pude hacer más que silencio y amor. Yo leí amor y mis piernas vibraron de una intensidad extática, La lluvia donó unas gotas entonces de resplandor acuático, Y el inmenso Louvre me miraba con su altanería esplendorosa y arquitectónica, Oh, qué veo mademoiselle, si veo el sentir que tiene la contemplación con un lago, Veo un oasis inmenso en este seco mar de gente extraña, Veo al amor reposando y reluciente como una flor ante las gotas de la lluvia veraniega, Al pétalo recostado con la caricia de la gota que se desliza hasta la punta de sus pies para desprenderse en el eterno abismo. Al inmenso aroma que se despelleja en el aire ante la fruición suave, lenta y pasajera. Levantas tus pestañas, abres bien tus ojos y vuelves a preguntarme: qué leo en tus dos cóncavas perlas de mineral. Con tu rostro tan puro como si el viento lo aclarara aún más, con tus labios tan delicados para usar una palabra, con la postura de una señorita germano-rusa, Con tus finos virginia, tus piernas cruzadas, tus pitadas incubadoras de delicia suprema, Cierras apenas los párpados como una pequeña bruja maga que puede hacer cualquier cosa conmigo en sus garras, Pudiera beber toda mi sangre si quisiese, y embriagarse hasta renacer. Con tu vestidito celestial delineado, tú no sabes quién soy, ni de dónde vengo, mucho menos a dónde voy, con tu agenda que la cuidan unos ángeles, recostada en plena orgía con los cigarros y la taza, con tu rostro mirando el sol, tan blanca la piel como el umbral de un renacer, Y el sol se acerca más y ahora la toca con intensidad, y puedo ver su sangre moverse como fibras de energía cósmica Y su piel se vuelve tímidamente rosada como el crepúsculo que se asoma tras una ventana, espiando el interior de una casa. Puedo ver la Siberia entera, los antiguos bosques de la germania en tus ojos eslavos, toda la historia con sus huellas en el delinear planetario de tus ojos, montañas y lagos, Veo en tus ojos, las praderas y las nubes, la lluvia en verano, el farol de la luna El fluir del río y los miles de pájaros cantores de la noche, La melena de los árboles se mueve con el viento, como si dios felicitara a sus hijos tocándoles la cabeza y sacudiéndola ligeramente con ternura fraternal, Y saludan así con alegría a cualquier viajero que pase por allí, Un paisaje armonioso visto desde un tren, algo lejanamente posible, Una posibilidad que se entrega en bandeja con sus manjares más especiales, Mi cuerpo que arde en fuego, veo. XXV Ella está en un cuadro de Henner, tomando café y fumando a sus 23 años, Es una princesa venida de un bosque, una mensajera de Artemisa en la ciudad. Su blanca palidez de nieve es un rayo verde que cae en la oscuridad, una imagen oculta. Una enigmática belleza que resplandece y florece por donde se la contemple; Pero vibras en una lejanía poética, inasible e inapresable no puedo ni tocarte, Me despides dándome la mano como si nuestro cruce, a penas, hubiera sido un trámite. XXVI Siento que me observan todo el tiempo, como si hubieran cámaras, Unos cuervos rondando que son mensajeros del servicio de inteligencia, andan rumoreando que un violador anda suelto, hace una semana que está en la ciudad, y se ha dedicado a perseguir mujeres, especialmente solitarias, síganlo a ver qué hace, dejen que tire de la cuerda. Pero se equivocan, el sujeto no persigue mujeres solitarias, busca el encuentro Porque está solo como ellas caminando en este océano de gente que pasan como peces, y entonces se anega al placer de un encuentro sensual, -No soy un violador, ni lo seré jamás, soy un seductor- Respondió el muchacho cuando estaba siendo interrogado. Porque el muchacho andaba solo en la ciudad, y habían ordenes claras en el país de seguir con cuidado a los solitarios (para evitar atentados terroristas). XXVII Debajo del dedo gordo de mi pie tengo un callo que ha tomado la forma de un mapa de todas las huellas recorridas en la historia de mi vida. Unos senderos demasiado angostos se abren en curvas esféricas, hay paisajes nublados y montañas nevadas, bosques de plata y rocas enormes, También un centro urbano y una periferia como si desde el corazón se emitieran ondas; Un oleaje constante y una bestia blanca y universal en el fondo del mar. Veo un remolino de luz. XXVIII Veo cosas extrañas últimamente, una mujer pasaba caminando y tenía un tic Caminaba de una forma extraña, cada dos pasos movía las caderas y los brazos Como si estuviera bailando salsa y aumentaba su velocidad. Pensé algunas opciones: era un problema motriz, debía cumplir una apuesta, o de bailar salsa y tomar pastillas quedó así, o finalmente, como iba con ropa deportiva, solo era un ejercicio que le dieron para hacer. También he visto unos muchachos que se detenían en las calles con unos equipos Y hacían movimientos como máquinas, al estilo Micheal Jackson, Pero esta tarde vi algo fuerte, una persona con toda la cara llena de crema y con cicatrices de quemaduras, tenía el rostro chupado y vestía de frac y sombrero azul, llevaba unas flores en la mano, y unos anteojos marrones oscuros, detrás de ellos y del vidrio de la garita de bus, me miró. Sentí haber visto un fantasma, me quedé tentado con darme la vuelta para seguir mirando, pero no me pareció respetuoso, Quizá era simplemente una persona con mala fortuna que había sufrido un accidente. Pero ahora no puedo olvidar ese rostro tragado por el abismo, pintado de blanco, La muerte vestida de frac y con las flores en la mano, estaba con dos personas más esperando el colectivo. XXIX Doy vueltas por le parc de luxembourg, vagabundo que no tiene límites Con la correa cortada doy vuelta por el parque sin darme cuenta quién soy, Un extraño caminante bajo los árboles que lo cuidan del sol, me lleva la sed Y me siento frente a una fuente de agua para beber, pero no lo hago, me entretengo mirando a la gente refrescarse una y otra vez, espero sentado En un banco de la plaza, en la fresca sombra del jardín, ahora me refrescaré. Sigo dando vueltas y busco un museo ruso, o una mujer rusa, no lo sé, me siento Leo Léopold Sengher, me entretengo, me relajo bajo la sombra, me vuelvo a parar Sigo buscando, siento caricias, sonrisas de paseantes ninfas, el agua corre en las fuentes, Percibo más vibraciones mientras más sigo el camino, doy vueltas y voy a otro lado, Ya me voy saliendo de los estados pasajeros y el silencio es mi compañía primera, Otra vez me detengo y observo, espío tras el libro que llevo en la mano o en el bolsillo, Por el camino de hojas secas el otoño corona los senderos del paseante que arrastra sus pies con las cadenas pesadas dejando las huellas del movimiento, Las flores lo miran con dulzura al pasar, y las hembras lo espían de soslayo, Otras de frente florecen como una sonrisa que se frota y se acaricia con el viento Y se le entregan de lleno para abrazarlo, pero el caminante sigue, ni él sabe a dónde, Parece estar buscando agua el pobre fatigado, o algo que lo deslumbre más de lo común, da vueltas en rondas y usando su mano de visera pareciera estar navegando, Entre las arenas donde los ancianos juegan bochas, usan medias con mocasines. Y gladiadores recogedores de la poubelle pasan por los costados limpiando el jardín de luxembourg. Siento que están todos calientes como yo, todos se tienen ganas y se armaría una orgía en esta misma plaza, se organizaría todo perfecto, pero no se puede, o nadie se anima, los hombres van y se sientan cerca de las mujeres, o las mujeres cerca de los hombres, los solitarios se encuentran fácilmente si se intensifica el deseo y se cruzan las miradas, y deja de existir un extraño miedo al sujeto extraño; Yo te he visto que me has mirado, pero dime damoiselle ¿cómo haremos para encontrarnos? Y sin suerte de encontrar nada, ni el museo, después de dos o tres horas al pont neuf vuelvo como si nunca hubiera ido, allí me siento y contemplo el río, espío mi libro, anoto algunas ideas, y observo, siempre el río de náyades ninfómanas que pasan por el río sobre el pont neuf, me siento y leo, escucho jazz de algún animal espiritual, me siento y miro el río como quien ve una mujer, o miles que pasan con su perfume envolvente, Me siento sobre el pont neuf, a veces miro a la tour effeil, otras el libro de Sengher, Pero hoy se me vino a sentar en el banco una danesa carnosamente blanca como la pureza de las diosas, rubia dorada como el sol de esa tarde y con los ojos cariñosos plenos de amor para entregar sin condiciones ni miramientos. Esperé un rato, intentando concentrarme en la lectura en francés, pero a esta altura ya no podía, era una víctima de la damoiselle danesa que quería algo, Una vikinga jugadora del handball fuerte carnosamente como las que pintaba Courbet o Henner, Con unos labios más florecidos que la primavera y con la piel paseada de sangre Por los osadas caricias mimosas del sol de l’été que por momentos la toca y la roza demasiado, haciéndola rosa de pétalos rosados con tintes de vino tinto. XXX Prismas de múltiples vistas que se despliegan sobre le fleuve Y remontan el oleaje que dejan los barcos turistas, que de pie Sacan fotos a los costados como si estuvieran en una vidriera; Hay un blues dando vueltas en mi calzado que transpira del calor, Este infierno desierto es un mundo pasajero sin sueños y con pobres tocándote la puerta por un pedazo de pan. Revolvedores de basura por las calles buscan comida, Ancianas tapadas con turbantes eslavos piden monedas. Esta ciudad del amor, llena de ricos, es un infierno de pobres De los que piden comida, y de los desnutridos de alma que andan con relojes nuevos y trajes planchados. Tristes son los ricos que ríen a carcajadas bebiendo sus refrescos sentados de frente a la calle, no aquellos que con hambre sobre el suelo los contemplan. XXXI Una cebra en la cortina blanca de mi ventana, se erige en dos patas Y sus líneas negras se mueven en esferas como un torrente en cámara lenta, Una inmensa cebra de la aridez entra por mi ventana, a mi guarida A este desierto que es mi habitación, al laberinto de mi hábitat, Ella se erige en dos patas dándome el impulso de los dioses, se me figura Activa y despierta como una fiera instintiva que deberé montar para cruzar este desierto de mi cama. Zadkine modeló algunas piedras, troncos, metales, ha dejado desfiguradas mis imágenes de la realidad, exportó seres extraterrestres de la naturaleza animista. La foret humaine Las ninfas son devoradas por la naturaleza y florecen más radiantes. Una evocación prometeica de Zadkine que delinea las formas de los misterios, El hombre que penetra a la mujer para devorarse a sí mismo, Venus nace en un arroyo creando un altar para la Virgen María, Toda naturaleza pareciera ser distinguida con unos delineados ojos Y una boca, Toda naturaleza contempla y habla, más aún, la deformada. El hastío de Satie, Baudelaire y Victor hugo, de Zadikine, Picasso y Vallejo se erigen en mis cortinas blancas que se inflan con el aire, En dos patas como una cebra ansiosa y deformada que me llevará al galope, Por el árido desierto de mi cama, para alcanzar al fin los húmedos paisajes del río de las náyades. XXXII Ayer he pasado por los campos parnasianos deplorado a sí mismo, Probé los dulces que venden en las vidrieras del consumo capitalista, Seguí caminando y sentí la infección interna de un río contaminado Al que se le tiran químicos para lavarlo, después los vidrios que comían mi esófago, La muerte aquella de frac azur, una anciana chupada por un agujero blanco íntimamente oscuro. Al pasar por la catedral de Chartres que hacía sonar sus campanas y mostraba su reloj detenido, vi salir a un obispo con túnica blanca y rosario en mano, tenía los ojos llenos de miedo, y caminaba rápido en sic sac, tenía paranoia, temor que lo asesinaran, y en la iglesia las campanas sonaban pero nadie se atrevió a entrar, porque dentro de Notre Dame un órgano diabólico sonó el día del juicio final. XXXII Depuis Pont Neuf je regarde les bateaux que passent sur La Seine, Derriere, il y a de gens que mange de la poubelle, dans le fleuve, XXXIII Recorro los mismos espacios por encontrar un hueco luminoso Bajo la sombra del ardiente verano que me castiga la cabeza, El agua ya se calienta para el mate que está sacudido de tanto caminar, Y los pies como rocas no se aflojan, tengo unos callos colosales que raspan Por donde pasan. Paso como un fantasma, ninguna persona me está mirando, extraño y desapercibido vibro entre la multitud que marcha rápido con otras miradas, No capto ninguna atención, ni de las señoritas ni de los vagabundos, Ni de los perros que con su lengua colgante pasan, aunque sea me resta el árbol Que bajo su copa me ampara, en esta soledad más sola de todas, hasta mi libro terminé, y repaso sus páginas una vez y las hojas doradas caen en mis hombros, Levanto mi vista y observo el entorno, estamos todos iguales pero no nos hablamos, Siento un temor al extraño tan fuerte que me intimida, se me pone de frente Y eriza mis fibras más gruesas que se muestran invisibles. XXXIII No tengo una casa segura, de acá tendré que irme tan pronto como llegué, Doy vueltas por el bosque de neón, busco un cálido y húmedo refugio Para esta tarde calurosa que derrite todo lo que pase, hasta mis palabras, Miro de frente a mis compañeros vagabundos que piden monedas en la vereda, No tengo nada, más que una ilusión constante de encontrar una caverna oscura y fresca, Que calme este ardor que me quema hostigándome prepotente. Busco miradas, algunas perdidas otras temerosas que hablan bajito, ¿cómo te va a hablar así un extraño? me hacen sentir un violín mal afinado que destroza todo, pero en realidad soy un inocente payaso que busca comunicarse que alguien le responda a sus llamados, pero no llamo a nadie, sólo susurro suplicando un interrogante de luminosidad que se destelle en una sonrisa. XXXIV Vertebras se resquebrajan somnolientas como fantasmas sin tumbas En una ciudad vieja se velan los demonios pasados del resplandecer, Sobre los muros musgosos que se erigen sobre la tierra, veo rostros Endurecidos por las huellas del tiempo y las manos de los paseantes. De vuelta la carroza bicicleta que pasa con la rubia mirando el celular, El empedrado vibra de tanto golpe mal dado al caminar por aquellos Que no saben observar la importancia vital del pie apoyado al deslizarse En la calle de brasas de fuego que tardarán en congelarse sin las estrellas. Cada farol es una tenue caricia de luz que presta al lector el verso ámbar Donándole el gusto añejo de los viajeros detenidos en el espacio del tiempo, Allí como un faro se refleja la primer estrella. XXXV Veo pasar los barcos como autos sobre el río que me ponen ebrio Como la misma gente que veo pasar, y yo sentado quieto y lleno De un movimiento que me sacude las neuronas más que las olas Que en curvas ondean sobre mi revolcado placer del infernal asiento Donde me encuentro pecador juzgado por una multitud pecadora, Allí crucificado está un extraterrestre. XXXVI Azul fuerte imprégnate azur de los dioses lejanos en mi alma suplicante De misericordia acuática, de frescor renovante para ver el cielo de mi deseo, Nocturno azulado deslízate con tu color hasta mi cuerpo y enciéndeme de luz, Hazme atravesar los espacios y darle una caricia a quien amo, y aquí, ya no está. Azur de Darío y Mallarmé, azulado paisaje ardiente de frescura calma mi sed Dame de las fuentes para inspirarme en el lúdico viaje luminoso de las soledades. Azul más profundo de sus ojos, que delicia sería bucearte en tus profundidades Recorrer cada hueco misterioso que se abre ante mis párpados expectantes, Oh delicia de la natura que los dedos de Artemisa tocaron, ese salvaje sueño De las ninfas de los arroyos que se refleja en tu mirada clara y transparente Hundirse y nadar por esa frescura es lo que anhelo, entregarme desnudo a tu mirada, ahogarme en las corrientes más internas de tu ser y respirar tu alma, Oh Syrinx no te me escapes que estoy lleno de amor para darte en este bosque Toda mi brisa veraniega tengo para procrear contigo miles de átomos luminosos En el destello de nuestro flamear danzaremos juntos con mi flauta sonora, Quedémonos aquí en este paisaje besándonos sin que nadie saque fotos, Seamos el mejor momento de todos. XXXVII Pego más vueltas que la misma tierra que gira con parsimonia, doy más vueltas Que un loco que sigue la ronda que le han asignado, doy vueltas como un perro A una columna que es una estatua de lo que me han dejado para contemplar, Ando dando vueltas en un museo al aire libre que se monta en siglos de quietud, Doy vueltas como un camino giratorio que no para y vuelvo siempre al mismo sitio, Estoy preso del mismo camino, obnubilado por las líneas del mismo puente que atravieso, cada día como un sonámbulo bajo el día o la noche por allí paso, ya me conocen los policías que vigilan la zona, y cansado por seguir dando vueltas arrastro los pies como si llevara cadenas, y lo polvareda se la tragan los turistas Que sacan fotos siempre a la misma vista, de postales baratas enviadas para dar algo que proviene del aburrimiento más pleno y sensual para hacer el amor, una y otra vez, y combatir a esta existencia que nos devora segundo a minuto para hacerse hora larga y extensa si no estamos haciendo el amor, una y otra vez. XXXVIII Miro el sol como castiga mi alma con su imponderable fulgor, Ojos brujos bajo la sombra ya calcinantes de un rojo ardor Me refresco con el rio, muerdo los pétalos de una rosa y río bajo un sauce Triste que llora por mis lamentos que andan haciendo humo en mi cigarro, Contemplador escondite de vidrieras invisibles con el aire veraniego. Oh sucios estandartes que cuelgan como trapos viejos de las celdas Gritamos por una libertad que no está expuesta en la realidad, porque no hay iguales ante la sociedad, está quien se sienta en la silla, en el sillón o en el suelo, El trono siempre está para el cagador más grande que pueda hacerse cargo de todos, Allí tenemos los diarios que responden a meticulosas noticias de mierda Que cagan los políticos y las empresas, y otras editoriales que buscan restringir Sobre pacatos escritores que no sueñan más allá de su razonamiento especulador. Vibran mis ojos rojos embrujados por una pitonisa que vaticinó mi desgracia, O por no saber leer a Delfos, he quedado aquí como Edipo varado En una ciudad en ruinas de la que soy rey en sueños carbonizados. Orfeo de Zadkine, tocando tu arpa aún desfigurado bajo los influjos de la muerte, Condenado y chupado por un aire intenso agujero negro mortecino, Aún resiste haciendo sonar el arpa de los viajes, desciende y no vuelve, Así he quedado en este girar simultáneo que no he prevenido un instante. XXXIX Oh vibra inmortal de los tiempos dale de los dones pasajeros a quienes no crean En tu infinito arco iris, delicias terrenales que pasan como ángeles caídos, Son todas la misma mujer bruja que me encanta ante cada mirar cruzado, El incienso de sus aromas, la piel tan dorada como el oro del crepúsculo, Y esos muslos delineados y perfectos al aire, al caminar se enhebran En mi consuelo de caminante soleado en laberinto sin techo y sin elevarse. Mausoleo lento como un blues que cae la gota sobre tus piernas estiradas Que arden al sol, tu piel como el blues más infernal en mi rostro, No hay lamentos aquí, sino una furia solitaria llena de ansiedad apaciguada. XL Ahora la niña dorada lee recostada bajo el ardiente sol, ¿qué será de ti flor, cuando al fin el sol te marchite? Seguirás leyendo en las sombras, debes en cuando, Levantando tu mirada para mirar a las jóvenes bajo el mismo sol, O estarás echada como un moribundo pétalo caído y seco Sobre el césped quemado del verano impune que no perdonará; O cubriéndote con un paraguas para dejar pura una de tus inevitables arrugas, Serás una niña sana vieja amante de las pasiones encontradas Y tendrás la dulzura de una anciana que pasea lentamente con armonía, O se sienta frente a las fuentes a meditar, bruja niña anciana de las ciudades. XLI Al pasar levanté mi vista y la vi con las piernas estiradas, y entre sus piernas Un oscuro hueco que ha sido mi perdición desde entonces, le pregunté que leía, Me habló en inglés, me mostró el título, pero yo no sólo podía pensar en ese hueco, Y así quedé vacío de palabras, no pude más que seguir caminando totalmente Obsesionado ahora con ese hueco nocturno que nunca conoceré. XLII Un péndulo que rota en torno al río durante largos y calurosos días, Con dos ojos rotantes que se achicharran en el fuego de este infierno De mujeres que abren sus piernas y muestran el color de sus ropa interior, Un anzuelo flotante en el vaho del viento con su aliento a picante, Arde mi nunca como se inflama mi corazón que lo tengo en los pies. No puedo ni escribir ni leer con este calor afiebrado, Sólo contemplo la constelación del río por el reflejo de los rayos solares, Es una fiesta de silencio melódico y sobre la orilla, ninfas y más vienen al caer, Entro en una desesperación insalubre para mi cuerpo que se quema, Alguien me está jugando una mala pasada Porque siento como se consume mi cuerpo Poco a poco, y sin poder hacer nada. La carne declama con voracidad constante, Debería quedarme bajo el agua y ver todo más lejos. Fumo y hecho humo como una chimenea en pleno verano Agito y muevo mis piernas mientras escucho las lenguas que se derriten En esta lengua latina que me enloquece por escucharla y no puedo hablar con nadie, Y quedo mudo como frustrado sin poder reaccionar, como una estatua Más de una medusa en piedra me convirtió, pero ni eso, soy una baldosa Que nadie mira al caminar. XLIII No recordaba sobre la soledad de las ciudades, ahora tengo presente Buenos Aires, Donde me crie, aquella ciudad inmensa, Y ahora revivo en otra, la misma soledad. Oh si de soledades se tratara, de la patagónica y algunas más, Pero la verdadera soledad está entre la multitud, Baudelaire, Tiene razón, no es para cualquiera, porque yo no lo puedo aguantar, Aunque resisto firme y salvaje como un niño que recrea todo a su alrededor Y estas calles se convierten en pasarelas en llamas que flotan en el denso aire, y la extrema belleza de las mujeres se mezcla con la pobreza de la gente tirada en las veredas, repalpitantes hembras de hoguera pasan como ángeles caídos por todas partes, y uno quisiera recibirlas a todas en su casa y danzar en llamas con todas ellas. XLIV A nadie le interesa quién carajo soy ni de dónde vengo, Mucho menos el mendigo que pide monedas en la calle, A nadie le importa un carajo nada más que su propio culo, Lo digo en serio, a nadie le interesa un carajo quién soy, Ni quién eres, ni serás. Aquí nadie te pregunta nada, ni a dónde vas ni cómo estas, Debe ser acá uno de los lugares mágicos de la sociedad, Porque aquí todo el mundo habla pero nadie dice nada. Acá todos quisieran destrozarse en una plaza pero lo hacen en clubes privados. XLV Estoy como sin hambre, golpeado, arrastro mis pies por el callejón, Un gorila en mis hombros me castiga con su látigo y me hace continuar, Sólo puedo mirar para arriba algo cabizbajo. Y nunca nos detenemos donde yo quiero, él siempre decide, maldito tirano, y encima cuando hacemos un parate para tomar un trago, él se toma el mío también, soy un esclavo de un gorila que habita en mis hombros y le agrada salir a pasear. XLVI Siempre que le pedí algo a Dios, plegarias por una mujer, Soy un maldito condenado. XLVII Mendigo un beso, vagabundo de amor, digo lo que no debo Y suplico por tus labios encarnados en mi cuerpo solitario, Pero ríes y juegas con mi soledad necesitada de sentir mundano. Estoy solo en este mundo imaginario que inventó mi dios maldito Y se divierte conmigo al verme de rodillas suplicándoles a las ninfas, Como un Fauno encantado por los hechizos del bosque citadino. XLVIII Una mujer con la piel tostada color ámbar y con los ojos azules Más que la intensidad misteriosa del fondo del mar, me sonreía En su cama, y se contoneaba deseosa porque la acaricie, ella Tenía lunares por todo el cuerpo como si el sol la hubiera castigado, Y me demandaba sexo, decía ser mi prima espiritual, entonces se desnudó, Y tenía un rabo extraño, no pude hacerle el amor a la alienígena, Realmente no sentía excitación, el fervor extático congelado quedó, Mientras ella boca abajo, como nos gusta a los humanos, esperaba, Y con su inocencia falsa esperaba, que la penetrara y me contagie De su virus maldito que sediento de mi sangre aguardaba para entrar en mi alma. Luego se dio la vuelta y me preguntó si quería usar profiláctico Y llegó un enano que parecía su hijo con una caja de forros para ofrecer Pero en esta instancia yo estaba nublado y frío como un témpano, Nuevamente tornó su fétido cuerpo hacia mis andrajosos sentidos Y sin suplicar me echó de su somnolencia insolente entrometida Así el sueño se desvaneció y amanecí con angustia en el pecho En medio de mis cobijas ardientes de fuego por este infierno real. XLIX Messi está enojado y por eso va a ganar el mundial de Rusia 2018 L Las sombras pasan detrás de mi alma y mi cuerpo inerte a penas las roza Con el sutil diluir de las luces. La avenida es una explosión luminosa Acribillada por el catarsis histérico de la populación. Nadie quiere aquí ser visto Por mis ojos de fuego, nadie quiere quemarse en la mirada que arde en este infierno nocturno sin luna y sin bruma. Las pupilas de mis colegas invisibles captan la esencia de la gente, pero el populo De tanta foto ya perdió su ánima. Ahora yo estoy angustiado porque nadie aquí Se puede salvar de estas llamas que danzan en el añejo perplejo sentido de la contemplación. Una madre ha perdido a su bebé en los furgones de la indolencia y el Edipo nace de las entrañas para astillarse los ojos con los botones del frac que lo protege. Una prostituta pasea llevando una cuna con un pequeño perro atado y el infinito Se ríe de los efímeros raps con rima anticuada como el vinagre. La ensalada está servida para la reina que sin dientes cuida de la faena que le han regalado en los edilicios, y un hombre se sienta siempre en el mismo banco del puente con sus paladines chihuahuas mexicanos, espera alguien que venga y lo tire a la Seine. Pero yo la tengo presente a ella, prendida en mi pecho con sus garras, su magia hizo de mí unas migajas que se convirtieron en brasas y lastiman mi alma cada noche que intento encontrarla. Quisiera llorar como una fuente alocada y desbordarme sobre los pies de los pacientes que esperan algo que nunca llegará. La ciudad ha quedado gris de tanta imagen captada porque en el manoseo le quitaron el reflejo, pero resiste de pie derritiéndose bajo el sol, se entrega en ruinas silenciosas como una vieja nostalgia. Este puente se caerá y será mil pedazos espaciales, y yo miraré de afuera como un productor que adora la cercana distancia y los efectos especiales. El arte se desfigurará en el rostro de los maestros y mi insignia vibrará con un fulgor íntimo que ninguna generación podrá conocer. Pero aún tengo sus ojos impregnados como un castigo por nunca haber saboreado sus labios. LI Allí donde estuvimos esa noche sentados, ha quedado una huella blanca De mi luminoso esperma revoleado sobre el empedrado, y tu sonrisa latiendo En el aire con el movimiento incesante del agua. Allí donde te pude haber besado De no haber titubeado como lo hice, pero mi mente pajerizada en la excitación explosiva de esta urbe que emana ninfas por todos lados y en todo horario. Allí donde estuvimos sentados bebiendo un rosée a orillas de La Seine Quedó una huella blanca, como el dibujo en tiza de un asesinato, Allí quedó una huella blanca, yo no sé si de tu luz o mi esperma muerto Allí al costado de una planta que nació entre las piedras, allí, delante De las escurridizas ratas que se esconden bajo los escalones. Allí han quedado dos huellas blancas; Una de mi sombra encandilada por la luna, Otra de tu luz fulgurante de cuarzo y jade. Es que allí reposa mi tristeza blanca como la niebla, La tumba de mis sueños por acariciarte las pestañas con mis secos y sedientos labios. Allí por donde los barcos pasan y tú quisiste tirarme al río, Y reíste de este payaso, allí oú tu rigolee beaucoup avec moi. Es que allí fuimos la sombra de los novios enamorados, allí han quedado Mis ilusiones efímeras y crueles. Allí donde me enseñaste de las constelaciones y un león titilaba sobre mi cabeza Como un aura, allí era el rey coronado por una noche con la dama blanca de los poetas. Si, allí el nostálgico pasado se ha quedado con una huella blanca y vuelvo cada noche para contemplarla y pensar en ti. Allí las solicitudes quedaron en pausa y el cielo las abriga con su tapizado amatista de nubes falsas. Allí donde me enamoré de la nada y mis confesiones nunca escuchadas. Allí donde me preguntaste qué deseaba, (y yo pensé en hacerle el amor A una nazi aficionada de Hitler y penetrarla hasta que diga basta, y seguir Hasta que la vagina le arda, y vengarme como un héroe de todo el desastre humano, de los campos de concentración, de las torturas, y violarte el alma con la potencia del dios Pan y mi árbol fálico grueso que entre en tu cuerpo de orgasmos). Allí quedaron las colillas de tus cigarros que fumabas con una necesidad mundana mientras me hablabas de Dios, de lo místico, del tercer Reich en Externsteine, una región espiritual de Alemania. Allí donde hablamos de sexo y me pedías que te hable de mi infancia y dibujabas una cúpula como una niña que juega a la rayuela sin conocer a Julio Cortázar. Allí me perdí en la Siberia de tus ojos de bruja maldita, allí donde el camino hace un declive hacia ti (caída hacia un abismo). Allí ha quedado una tenue huella blanca que tendrá presente por siempre nuestro encuentro desencontrado, Allí yo he muerto, y tú has robado mi alma. Es que ahí, ahora las ratas pasan buscando las migajas de mi ánima, y yo las miro Sentado detrás de la huella blanca. Oh dama blanca que has bebido mi esencia, te busco para suplicarte que me la devuelvas, pero ya te has ido lejos a tu tierra nazi santa. Allí, sobre el río, ahora las palomas danzan con las estrellas de la lujuria, Enclavada en el suelo de la somnolencia la huella blanca, y los barcos pasan Y continúan su viaje, como un reloj, y el amigo indio que nos vendió el rosée también pasa una y otra vez; Y tu mantra se balancea en equilibrio y descansa sobre el eterno río Seine. Aquí, ya no existe el tiempo, todo en pausa. LII Oh mi amor, Me acostumbré a tanta lejanía que ya me olvidé de extrañarte. LIII Tengo a mi lado una hermosura de escultura de Rodin, Se delinea perfecta con sus pequeños pies y su piel blanca de Leda, Es suave y sensible, fresca y pura, es agua bendita en mis dedos. Tengo ganas de todo con ella, de tocarla acariciándola y modelar la mejor escultura en el musée Rodin. Pero mi calentura no me permite seducirla, es un asunto extremo No poder besarle el cuello con el aliento de mi susurro. Cada uno de sus músculos es una oración, un monumento para los dioses, Tiene unos redondos anteojos de sol, y si se los saca Creo que unos ojos invisibles. Ahora se fue cansada, con la cartera colgando como si fuera Una extensión de ella misma. LIV En este río Le bateau ivre de Rimbaud danza en mi cabeza Como un daimon sin sosiego. Le vedettes de Pont Neuf pasa una y otra vez ante mis ojos de lluvia; Esta tarde en mi cama, desperté con un charco debajo de mi almohada Y un lago debajo de mis genitales, Es que no era esto transpiración, era el fuego que evaporaba mi sangre. LV La music est la vie me decía mientras entre sus piernas de eterna madre niña Protegía a un cachorro de tres meses que se llamaba Caos. Luego se iba y yo sin darme cuenta, la perdía entre esta multitud desencontrada, Buscando migajas de cariño. LVI Me siento al lado de una piba y se asusta como una ninfa como si un demonio se le acercara. Se pone nerviosa y agita sus piernas con la dulzura ansiosa de lo prohibido. Es que ya no está regalado el sueño para los solitarios, parce qui toutes les fammes ont copain. A la delicia de los misterios la guardaron en un cofre y yo quedé preso adentro, ¿es que nadie viene a abrir este cajón de acero? LVII Cómo se puede tener una voz tan delicada, como si una anciana habitara su cuerpo, Como si estuviera lastimada, algo así como si te invitara a tomar el té después de tener un largo viaje. Estoy en un auto viajando con dos alemanas, pero una habla español y cundo lo hace muero de amor. Una sensación tan familiar me alcanza y me abraza el alma. ¿Cómo se puede tener una voz tan delicada? Pero ellas sólo hablan, Las amigas se ponen al día después de un año de no verse. Yo, increíble extraño, duermo un poco, le el diario Le Figaro, leo La peste de Camus, Los cantos de Moldoror de Leutreamont y otros versos de Mallarmé. Debes en cuando hacen una pausa en su orquesta vocal alemana, tornan la cabeza y me preguntan cómo va el viaje. Con la conductora hablo francés, y ella tiene una chispa extremadamente simpática, Es una luz andante y excitada por el movimiento del viaje, amante del tiempo detenido en el placer. Las dos llevan tablas de Surf, parecieran de otro mundo, aunque, el bicho raro aquí soy yo, sobre todo cuando les cuento que hago literatura. Pero la Chilena-Alemana cada vez que me mira, me sonríe como una prima, como una hermana. Me siento como un niño al que lo llevan de viaje hacia el mar, o un perro que respira y no habla, pero ninguna de las dos cosas soy, porque no recibo ningún mimo. Que agradable sería hacerles el amor a esta combinación explosiva de alemanas, Una y otra vez, y dejarlas que sigan conversando mientras yo me voy a pensar en mi vaga literatura. Ronja y Catalina, una simbiosis de neutrones y gama, dos hembras líquidas de magia que me producen una afable neurosis enamorada. Como les haría el amor a estas dos alemana, pero a la de voz quebrada, la amaría toda mi vida como un tirano, Y con la de chispa adecuada sería un gato que la acompaña a todos lados con la independencia única de un felino encantado. Pero finalmente, las memorias de mi río de sangre desemboca en mi amor por todos los tiempos, mi Alicia, Recuerdos de cuando estuvimos en Arcachon. LVIII Se suspende en el cielo Una tormenta tan clara Que bordea las imágenes mundanas Porque en la tierra se enciende el paisaje reflejo del mundo añejo, Yo bebería todos los días para vivir embriagado de amor Por los ojos que no me miran. LIX Si el paisaje se rompe en mis ojos, debo llorar pero soy una roca En movimiento desde La Rochelle, El tiempo ahora corre lento sin estancarse, puedo reflexionar: El verano se acaba y mi letra distante dibuja signos en las profundidades acuáticas. Puedo embriagarme sin solicitar más, dar sentido al espacio diluido en mi cuerpo, Sangre que corre por el sensible espíritu, Éste enrojece y rejuvenece como devenir y despertarse. Me devoro el paisaje arriba del tren que me lleva a Paris, Tomé aire salino que quemó mi garganta, Suficiente energía para renovar mis voces, Ahora el extranjero tendrá su revancha para encontrarse algunos amigos indios de la tribu olvidada. Porque soy un poeta, y esta es mi esencia marginada, el movimiento. Mis sueños se muestran complejos y en éste mundo de símbolos Las miradas se diseminan en el papel; Vertebras cósmicas de mi cerebro, dame un deseo para no morir en las cavernas olvidadas de la poesía inalcanzable. Tengo fuerzas para caminar y correr cuando quiero. Ay si esta hora violeta es un espejo, entonces derramo tinta para vestir este tiempo incomprensible; Atrevido desafío a lo nuevo. Oh Dios de los ancianos exploradores, navegantes argonautas en mí, Dadme del cáliz talismán añejo para atravesar por fin el maldito espejo de obsidiana que refleja mi sombra atada al otro mundo viejo. ¿Quién espera en esa inmensa casa abandonada de campo? Una pitonisa me espera, Dadme el enigma para seguir, Interrogante visionario del futuro tengo en mis manos que transpiran, Es que en estos campos de Francia se recuestan los ahogados invisibles, Duermen su siesta, y este fauno que se oculta tras los árboles, Sólo quiere tocar su flauta y atraer a la temerosa inocente Syrinx. Ahora mis labios se secan de tanto silencio y mi garganta arde de tantas ganas de gritar a las cuatro coordenadas todas las sensaciones que no se explican. Es que este daimon que opera en mi cuerpo me empuja al abismo, Y en este suicidio por renacer, Dejo lejos a mi amada, Que tan solitario el bohemio reflexiona y se lamenta de una nostalgia nunca terminada. No estes triste, son mis reacciones que no puedo controlar, mi desapego mal apagado, mi radio que no sintoniza. “I can’t see your face in my mind” Tiempo del desprendimiento, Viaje solitario, más solo que mi gato abandonado, Me retiro de nuestro amor, Tal vez, por siempre, por un tiempo, no lo sé. Hoy no puedo recordar nada ni nadie. LX Todas estas islas que nunca se unen, Algunas se miran por siempre con el deseo de la comunión. Este imposible repalpitar del fuego con su huella de cenizas en la tierra que se nutre. ¿Dónde iremos el día uno? ¿Cuándo será el día final, seguiremos tan separados? Estas olas de mar mensajero con sus anuncios que vienen del otro lado. Toda esta gente isla que se mira y no se da la mano ¿alguna noche se abrazarán? LXI El cisne viene en busca de Leda pero ella ya no existe más, Ahora es un murciélago que sobre vuela el río y las ratas Que viven aquí, Si, aquí en este infierno hay un hedor de pis insoportable. LXII Me va a quedar grabado: Je peux aller avec vous? Tu me donne ton número de telephone? Estoy triste como un relámpago que nunca hizo llover, Como un anzuelo nunca mordido, Como el dueño de todo sin tener nada por alcanzar. Triste como la suerte maldita y el cuerpo de la frustración. Sin mi amada y sin nadie, más que la luna sin ser contemplada. LXIII Siempre elijo uno de los balcones en semicírculos que entrega el pont neuf, Esta vez de espaldas a la caída del sol, miro hacia el oeste como si esperara La luna que salga para mi contemplación, y atraparla así con mis ojos en forma de garras de un águila hambrienta. Un felino se dibuja tras mi espalda, un fondo de fuego cae por el este, con la torre Effeil que se enclava entre lo más alto. Los rostros diseñados por Germain Pilon son montruosos y se burlan de mí. LXIV Una porción de mi cuerpo se va en la bocanada de humo que largo Veo como se escapa en el aire húmedo de estas tierras ¿dónde irá? A ningún lado porque se deshace en el aire que lo absorbe simultáneo, Un cuerpo blanco sale de mi boca y esa nube se hace un espíritu, Un cacho de mi alma sale viajando al exterior sin preguntarle nada a nadie. Cuerpo invisible que sales de mí con su entorno blanco más puro que la nieve, Copo de aire intoxicado, humo de cigarro que desprende mi sedienta ansiedad, Si allí viajas y te desintegras en el movimiento que el viento te presta para el fin. LXV Hay un cuerpo Que descansa de las multitudes Un alma atormentada que viaja a los extremos. En un tablero de ajedrez sin saber qué pieza es. Monta una lanza para atravesar el fondo de todo lo que se muestra De esta pantalla y del horizonte con el más allá, una ida sin vuelta, Un viaje que nunca alcanza la satisfacción de estar acá, dentro acá. Una nube en la que me envuelvo para llover en cualquier tiempo, Estoy sin estar en este cuarto, escribo sin ser yo mismo, la voz de mi posesión, Maldito daimon que no me deja parar con mis vicios que son lamentos De otro tiempo. Esto no es una depresión, más bien es ir al subterráneo porque necesito más Ir profundo al interior de mis heridas y lamerlas como solitario que se entrega A todas los suplicios de mi ser. Oh mi hermano si compartimos el mismo sentimiento, en nuestra sangre está Todo el lamento de los seres humanos, vos y yo nos abrazamos como amigos Eternos viajeros de una nostalgia que no se explica, estamos igual. LXVI Tengo tanto miedo de ser quien soy que me pongo ebrio Para escaparme de mi sol. Quisiera fumar toda la noche, un cigarro tras otro y consumirme hoy Liberarme de todo este templo, beberme todo el wiskey Pero ya se acabó, quisiera ir tan lejos, más distante Que no encuentro salida Ni en los ojos de cristal con una lengua extranjera podré encontarme… Quisiera fumarme todo y beberme todo hasta morir, Es que siempre sueño que renazco en mi cama, cada mañana Y cuando mañana se acabe todo que me publiquen y vean todos Lo que tengo para mostrarles Oh lectores futuros que beberán de mi licor Ojalá puedan embriagarse. LXVII Es mentira, yo no soy el amigo de los náufragos, es que paso a su lado, Piden las monedas y yo no respondo, no doy limosna de lo que me queda Para beberme un trago más, camino, sigo, autómata en mis zapatos y no escucho. Quiero una ventana que dé a la autopista para no salir más y quedarme acá, Escribiendo cualquier mierda como esta, observar a la gente es mi trabajo, Es que tengo mis zapatos gastados mi buey, de tanto observar el camino. Quiero blues en mi cuarto y que nadie venga a interrumpir mi soledad, es que Paris Es tan solitario, es que los extranjeros solamente saben sobre lo que hablo. Oh Satie con tu mirada perdida en tu habitación y el calor de tu fuego, Dónde estarán esos caminos que me has enseñado, la bohemia de hoy no existe Está envuelta en una riqueza pasajera, burguesa si no es de la aristocracia, o ya es lo mismo en estos tiempos. Camino el empedrado y gasto mis zapatos ya cansados… Podría estar todo el tiempo acá mirando con la predisposición de un castigo, Es que siento el latigazo cuando camino solo en la noche, De las estrellas que titilan todas públicas en mi costado solitario, No me duelen los golpes, más bien aprendo del pensamiento de ser alguien Que camina, fantasma que recorre estas calles sin preguntar nada a nadie. Es que ya no soy yo, soy un fantasma que recorre estos lugares ¿dónde voy? No rumbo hay acá, sigo camino sin solicitar una porción de identificación, grrr! Son mis garras que se muestran una vez más, doblego lo que viene en este camino empedrado; es que soy un tigre solitario. LXVIII El azar existe, y hay veces que es demasiado cruel. Él va como sin elegir, un flechazo instantáneo de las no mediciones, El azar existe y es caótico, imponente y tirano, No entiende de recompensas o castigos, él arremete cuando se le da la gana, Es anárquico e impulsivo, pero él nunca sucede porque sucede, siempre tiene algo entre mangas, Ese misterio interno que proclama ser visto bajo el esplendor de su facto, Es inexplicable y existe, Una colosal lengua infinita que se expande y atraviesa todas las lenguas para hacernos hablar cuando se le plazca. Existe el azar, con su renuente ánima que es el misterio para envolverlo en su caparazón reluciente de esplendor cósmico, inabarcable. Está en nuestras pupilas, montando al caballo inteligible de las metáforas, Ahí está el azar, esperando, agazapado en un rincón sombrío, con frío Encogido como la muerte apretando los dedos, en un rincón respira bajo, el azar, De ahí nos vigila con su sedienta esencia vampira, Ahí está tentándose todo el tiempo con nuestra imaginación, Como masturbándose con la negación de las causalidades. Ahí está intacto, esperando la oportunidad de presentarse sin exponerse, Ahí se ríe en un rincón el azar, con sus disfraces de tantas formas y colores, Sin dar cuentas a nadie el azar tiene una sonrisa maldita de otras profundidades. La ruleta loca y mareada escupiendo números como si los vomitara, la máquina. Al azar lo he visto tomando whiskey con el bien y el mal en la barra de un bar. LXIX Con los pies cansados desde plaza Catalunya hasta plaza España Como arrastrando los pesados zapatos en fuga de fuego incesante, Desde el mirador del Colón al Arco del triunfo para entrar con un tirón más, Llegar a la Sagrada Familia que te acogerá gótica y moderna delineada por Gaudi. Las avenidas están plasmadas de autos que salen disparados para todos lados, Pero no siguen la misma dirección, nadie. ¿Es que toda esta gente va a un lugar diferente? Si, y por momentos siento que camino algunas calles de Buenos Aires. Barcelona y Buenos Aires, quién lo diría, hay algo en que se parecen, Serán los aires de puerto independiente, Barcelona y Buenos Aires, Algo en común tienen, quién lo sabe. La gente tiene rostros familiares cuando camina las calles y respiran El mismo aire de dos ciudades, Barcelona y Buenos aires, se ven de lejos Con la añoranza implacable de la distancia. LXX El glorioso silencio de la ciudad tiene un segundo de oxígeno, Y su sombra se fuga en la noche sin electricidad. Un círculo de fuego se presenta ante los ojos del soñador Y en su interior un abedul se erige frondoso y abundante de hojas, Alrededor del místico árbol de copa verde azulada camina un tigre, Y desafiante mira al durmiente. El durmiente no es una presa y lo debe mirar a los ojos, Pero debe recular lentamente, sin sacarle la mirada de encima, Se enclava en las pupilas del animal que lo invita al paraíso perdido, Y al retroceder, va entrando lento al sueño del reino olvidado, La memoria se plasma en el cielo y una vez adentro Danza el hombre con el animal en una única unión universal. LXXI Si hay un segundo detrás de tus pensamientos cotidianos, Déjalo ser, Para que viaje tan lejos que se deshaga en el tiempo, Y luego podrás ver. Nuestra casa nos espera detrás de un árbol, Luego de un formidable y largo viaje estaremos allí Para discutir de superfluos temas que no sean de política, Y comeremos la sopa de una abuela muerta que la ha dejado en la mesada. Porque la luna de todos los tiempos acaricia con su reflejo El cabello del paseante, y ella escapa con el oleaje de un mar distante Para sumergirse en las profundidades del misterio. El humo del cigarro se fuga en la sombra de la noche Para adorar a los espíritus que la habitan, Nunca estamos solos, Ni en la soledad más desolada de la madrugada silenciosa. Porque la noche tiene una corona llena de espíritus melancólicos que resisten A la psicosis colectiva. No creas que la paranoia viene de lo invisible, no faltes así el respeto a los dioses. Tengo en mi bolsillo un cúmulo de pétalos despedazados, Perfuman mi escondite, y en cada paso que doy Se convierten en mariposas para salir volando al exterior. Los milagros son una tentación de la suerte que espera siempre al acecho, Nosotros, somos la presa de un acontecimiento que nos espera al abrir la puerta de nuestro refugio. Pero nadie en particular nos espera, nadie más que un hecho. Cada suceso es una revelación cuando nos disponemos a contemplar, Quietos, sin meditar. LXXII Ayer busqué en mis sueños un recuerdo que olvidé, Escabullido bajo las sábanas se escapó, eso creía yo, Porque atrapado entre mis piernas se durmió, Y cada mañana sale a pasear desayunando mi mente. Mi pañuelo arrugado nunca secó mis lágrimas, sino, las del viento, Que cada tarde se lamenta de verme encerrado en mi propio cuerpo, Y como si garras tuviera él quiere agarrarme y expulsarme al exterior Para que en el exilio sea un yo diferente al de hoy. Mi cinturón de campeón se gastó de tanto usarlo, y hoy Deslucido y opaco aprieta los vestigios de un andrajoso pantalón, Todo está gastado, hasta mi rostro con ojos sombríos que mira en las vidrieras Su reflejo añejado y transparente, Porque la carne se ha hecho aire y el fantasma canta en la calle vacía de la noche, La noche y la calle sin fin ¿a dónde llegaré? Siento en mis pies mis zapatos, son dos piedras caídas que se aferran a la tierra porque tienen un salvaje temor. LXXIII Las autopistas relucen su novedoso sendero que todos trazan luminosos, Pero la masacre movediza y andante de los motores no es más que ruido, Los dioses están cansados de siempre estar despertados de su eterna siesta, Y con su rayo verde alterarán los sentidos de los ruteros viajeros motorizados. ¡Atención! No hagan caso a las noticias, porque en ellas se vende la muerte, Decía un cartel en la última encrucijada antes de llegar al desierto. Estoy bien solo hoy, más solo que nunca, mientras mis amigos preparan la fiesta de una despedida a la que nunca asistiré. LXXIV Todos tenemos un secreto que creemos que todos conocen, Y así pasamos la vida guardándolo como un tesoro preciado. Porque cuando hablas en soledad queres que alguien te escuche, Pero no hay nadie, nadie más que tu sombra maldita que te persigue Y te observa, y te tiene amarrado al fabuloso éxtasis de nunca poder comprenderla, porque ella siempre está ahí, en la luz, y en la oscuridad. Oh, si las criaturas de la noche supieran filmar, tendríamos películas de otro grado, Pero ahí están, siempre expectantes, no por interés intelectual, sino por hambre creador. Las migas de mi ser están arrojadas para las aves que nunca dejan nada con su visión particular, Y cuando me olvido de escribir la poesía, no soy nadie, nada, no puedo ni alimentar a los daimones que me esperan cada noche para nutrirse de mí. LXXV Tengo en mis manos un amuleto convertido en piedra, De Stonedge lo robé una tarde naranja en que el sol Escupía su chorro de sangre sacrificada y los ovnis me sobrevolaban. En unos de los círculos de las cosechas mi imaginación danzó atormentada de razón, Y un mago anciano sin ojos me palmeó con su guante púrpura, Entonces me di vuelta y vi un gigante dinosaurio que me devoraba, Y en sus fauces navegué sin sentir dolor, sólo me tragó sin masticarme, Directo en su estómago fui parte de su digestión, y ahora estoy enjaulado en sus tripas movedizas. Entre sus riñones tomamos un trago con otros camaradas, y ahora espero ansioso Que me garque en la orilla de un río así me puedo convertir en pez, Cuanto deseo tengo de navegar las profundidades como lámpara furiosa de escamas, y escaparme, riéndome de los pescadores. Amo al tiempo que se escapa de mis manos, es que lo quiero tanto que ya no lo deseo, pero ¿qué es este amor extraño sin deseo? ¿será, acaso, el verdadero? LXXVI Cuantas más restricciones me da esta sociedad, más libre me siento. Cuantas más trabas la burocracia me impone, más puedo viajar, sólo debo aprovechar el tiempo perdido que nadie me regaló. Lo heredé de un viejo anciano que nunca envejeció, mi abuelo, quien me prohibió cantar como él lo hizo. Porque debo buscar algo nuevo, la originalidad fluye en la sangre de este criollo, que desciende de un italiano testarudo que no quiere la repetición, es que prefiere la profundización. Y así fui arrojado a las letras para encontrar en la poesía las palabras que él no conoció. Esa es la verdadera esencia me dijo con su eco, la última vez que lo visité con flores, y veía a mi abuela barriendo el polvo del tiempo que cubría la bóveda. Y ella no quiso ser polvo, prefirió sumergirse en el agua en la que nadé tantas veces como escuche su voz en cada noche que compartimos nuestros desvelos. Oh, mi abuela, tantas preguntas te hice sobre el jefe, tantas respuestas me diste, A penas creo recordar, tengo en la sangre el mismo río que continúa con su fuerza latente, y late mi corazón de tan solo recordar tu sonrisa humilde y tierna, mi abuela, la gran amada del jefe, mi abuelo, viejo tanguero bohemio que soy parte de tu voz. Aún puedo continuar mientras más escoyos me impone la administración extranjera, “busca tu camino” me decía el abuelo sin que lo conozca, Porque él murió antes que yo nazca, pero eso es sólo una data superficial. Él está siempre ahí, cada vez que paso los extremos y entro en la locura, Él está ahí, siempre me recuerda quien soy, quienes somos, de dónde venimos, Como luchamos para encontrar el sendero de nuestra creación. Oh viejo anciano, Tu sabiduría será mi expresión cuando encuentre las palabras exactas para convencerme que soy grande, tan grandioso como un dios creador. Oh, mujer anciana, con tu actitud me has ennoblecido y me proteges, yo lo siento cada noche, mis ángeles guardianes, mis nonos, me protegen cada vez que pierdo la cabeza en un rincón, ellos siempre están ahí para recordarme quien soy. Así, recupero mi mente, mi alma, mi sangre, mis nonos, guías ancestrales. LXXVII ¡Ey! Yo puedo escucharte, y puedo sentir tu dolor, no es empatía, sólo estoy acá, No te sientas sola. ¡Ey! Yo sé que el tiempo te lastimó, pero estoy acá, puedo escucharte y sentirte. No tengas miedo. ¡Ey! Podes contarme todos tus secretos sin pudor, no te daré consejos, sólo te daré mis oídos como puertas de escape, No será en vano, ya lo verás. ¡Ey! Podes contarme tus sueños aunque no los entiendas, seré una pantalla en la que te reflejes, No será una mentira, ¡Ey! Podes darme todo lo que no tengas y lo aceptaré, No tengo ningún interés. ¡Ey! Cuéntame tus plegarias Soy un ángel de fuego que alguna vez cayó. ¡Ey! Hasta que el sol salga o caiga, estaré, No sientas frío, Podes abrazarme. ¡Ey! Si quieres caminar conmigo hacia el olvido, También te acompañaré, No será superfluo, hundirse en el tiempo. ¡Ey! Si algo te incumbe, puedo ser tu cómplice No sientas la recriminación, De alguien que siempre estará contigo. ¡Ey! Si queres emborracharte y perder tu conciencia, Yo seré el guía de tu inconsciente, Nunca está mal tener un guía perdido. ¡Ey! Si sentís que el tiempo te devora, Atrapa el sentido de mis besos más que mis palabras, Los labios son sinceros. ¡Ey! Si te sentís sola y yo no hago nada, no esperes que me acerque, degusta el plato que te sirvo en la mesa. ¡Ey! Si no podes dormir y te sentís incómoda, Podemos hacer el amor Y desafiar a la muerte. LXXVIII Desdoblado no estoy, ni triplicado, Soy miles de gentes caminando en mi interior, Con una desesperación tan mundana de ansiedad. Quisiera atropellar los sentidos que se acumulan guiados por la mente, Pero entre las neuronas hay senderos sinuosos difíciles de reconocer, Esto no es la nada, simplemente es la cifra que nunca acaba, El latente número irreconocible del devenir. No hace falta desesperarse antes de llenarse de esperanza, Una religión nueva podemos crear, y el profeta está en cualquier esquina, Es un vagabundo que ha perdido nada pero cuenta todo. LXXIX Un zumbido me despierta en plena madrugada Es una voz interna que dialoga con los espíritus de la noche Y hacen su banquete sobre mi cuerpo y luego copulan. Afuera el azul nocturno comienza a palidecer Es la muerte después de un orgasmo Con el etéreo soplo de la dama blanca, el insomnio está latente bajo mi almohada, los pájaros lo conocen bien por eso cantan en la transición del movimiento planetario. Fumo y busco palabras colgadas en el aire En las nubes de mi habitación Y en las cenizas de mi ser.