jueves, 7 de septiembre de 2017

Dragón citadino

Salsa de coco con kebak, carros con viejitas sin dientes cocineras calor de asfalto y hedor de basura por cada rincón de Ho Chi Minh, flacos son los vietnamitas y sus miradas están desnutridas también, por aquí ha pasado ya la debacle y renaciendo la ciudad está en cada punto de esquina para doblar en los pasillos del misterio social. Abundancia de mujeres de ojos sensuales y rostros aplastados (como si un shankee o un francés las hubiera pisoteado) son masajistas que ennoblecen mis pies cansados y acarician mis piernas calientes, endurecidas por el ardor tropical de Príapo. Esa lengua no comprendo, y es tan aguda como la propia timidez. Aunque imagino como se podría deslizarse sobre mi cuerpo humectante lengua dragón de fuego por mi cuerpo transpirado en un cuarto pequeño con olor denso de cerveza Saigon y humo de cigarro industrial y barato. Motolocos por todos lados usan barbijos, más que los caminantes en esta ciudad enferma de vicio plagas comunales de contaminación, tráfico inmensurable de motos y cascos, respiran el smog aún y la basura en les esquinas cómplices del Mekong que resiste escupiendo sus algas y durmiendo en las profundidades de los siglos. Las manos lánguidas se extienden para pedir una moneda a cambio de algo y las miradas se clavan reclamando una deuda al turista que pasa quien se hace cargo de la historia bélica que ha devastado toda esta ciudad. Vietnam arrodillada se levanta y prende vuelo su dragón para escupir el fuego como un vomito sobre la populación consumista que todo lo compra sacando fotos y comiéndose los dólares en cada esquina de la infernal ciudad.

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